El término láser deriva del acrónimo de “Light Amplificatión by Stimulated Emission of Radiation”, o amplificación de luz por emisión estimulada de radiación, propuesto por Maimam en 1960. Por laserterapia entendemos la aplicación de este tipo especial de luz, llamado láser, a una zona corporal y con fines terapéuticos.
La laserterapia es una técnica relativamente moderna si la comparamos con otras técnicas de electroterapia. Aunque los principios teóricos en los que se basa fueron planteados por Albert Einstein en 1905 mediante su teoría fotónica, no fue hasta década de los años 1960 cuando se desarrolló de forma completa.
En el ámbito sanitario la introducción del láser se realiza desde dos perspectivas. Por un lado, como bisturí quirúrgico, aprovechando las características fototérmicas y fotoablativas para la sección de tejidos y eliminación de tatuajes en dermatología. Por otro lado, en Fisioterapia, gracias a las características fotobioestimulativas para la cicatrización de heridas y en procesos degenerativos mediante los conocidos como láseres de baja intensidad (Low-Level-Laser-Therapy o LLLT).
Los efectos biológicos y fisiológicos del láser, desde un punto de vista clínico, pueden ser clasificados, de forma general, en tres grandes grupos: 1) efectos primarios o directos, que incluyen el efecto térmico, bioquímico, bioeléctrico, mecánico y bioenergético; 2) efectos indirectos, que podrán ser locales, regionales y generales, en los que destaca el estímulo de la microcirculación y el aumento de la troficidad celular; y 3) efectos terapéuticos generales o sistémicos, destacando la acción analgésica, la antiinflamatoria y antiedematosa y la bioestimulativa del trofismo tisular.