Las corrientes de alta frecuencia empleadas en electroterapia son oscilaciones electromagnéticas con frecuencias de 27 MHz y 2.450 MHz. En estas aplicaciones se administra al paciente un campo eléctrico y un campo magnético. Dependiendo del tipo de corriente empleada y del aplicador utilizado va a predominar el campo eléctrico (efecto térmico), sobre el campo magnético (efecto atérmico) o al contrario.
Las corrientes de alta frecuencia poseen la acción común de provocar calor en el interior del organismo y posibilitaron por primera vez la realización de una termoterapia en el interior del organismo. Por este motivo son consideradas uno de los métodos más importantes de termoterapia profunda.
Los efectos fisiológicos de las corrientes de alta frecuencia se pueden dividir en efectos térmicos y atérmicos. La mayoría de los autores destacan que los efectos fisiológicos están basados en la producción de calor por una serie de mecanismos físico-químicos que va a tener como consecuencia una elevación de la temperatura en el interior del organismo. Estos efectos térmicos se manifiestan principalmente en las aplicaciones continuas, mientras que los efectos atérmicos son característicos de las aplicaciones pulsátiles. El calor generado por la aplicación de una corriente de alta frecuencia provoca una serie de reacciones de tipo general y de tipo local.
Los efectos fisiológicos y biológicos que las corrientes de alta frecuencia provocan sobre el organismo, en relación con los tejidos y sistemas implicados, se hacen evidentes sobre los vasos sanguíneos y linfáticos, sobre la sangre, sobre el metabolismo celular y sobre el sistema nervioso.