Lumbargia y fisioterapia

Persona mayor con dolor de lumbalgia producido por contracturas musculares

Lumbargia y fisioterapia

Noticia escrita el: 25 OCT 2021

La lumbalgia es el dolor localizado en la parte inferior o baja de la espalda, cuyo origen tiene que ver con la estructura músculo-esquelética de la columna vertebral.

Esta patología afecta tanto a personas jóvenes, como adultas y mayores y aparece tanto en trabajos sedentarios, como en aquellos que implican un gran esfuerzo físico.

Según el National Institute for Occupational Safety and Health (Niosh), se favorece la aparición de este síntoma en las acciones donde se involucran movimientos de flexión o la combinación de flexión con torsión del tronco, así como los trabajos donde las acciones sean repetitivas, en entornos vibratorios y con sobrecargas continuas en posiciones estáticas.

Aproximadamente el 80% de la población ha tenido o tendrá alguna lumbalgia durante su vida y hasta el 70% de los jóvenes antes de cumplir los 16 años han experimentado este dolor de espalda.

Causas

Las causas más frecuentes son las de origen mecánico: alteración de la estática vertebral (escoliosis), contracturas musculares (por sobrecarga mecánica o tensional), problemas degenerativos del disco intervertebral o de las articulaciones posteriores vertebrales, fracturas por osteoporosis o traumatismos violentos.

Otras causas menos frecuentes son las enfermedades inflamatorias de las estructuras vertebrales (como la espondilitis anquilosante).

Prevención

Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de higiene postural destinadas a realizar las actividades cotidianas de forma que la espalda soporte la menor carga posible.

Desde la fisioterapia se plantean diversas acciones para evitar posibles recidivas (o recaídas). Entre las medidas, primero se corrigen las posturas o gestos que hayan producido la lesión. En este sentido, al paciente se le educa de las correctas normas de higiene postural y ergonomía, con el objetivo de mejorar sus posturas al sentarse, tumbarse, subir o bajar escaleras o al cargar objetos.

 

Al paciente también se le instruye en autoestiramientos y ejercicios de fortalecimiento para que tengan un mejor control del tono postural y evitar nuevos episodios. Estos ejercicios tienen como objetivo devolver el tono normal de la musculatura, o bien potenciando y estabilizando la musculatura débil o atrofiada o, por el contrario, relajándola en caso de tenerla hipertónica (contracturada).

 

Tratamientos

 

- Evitar el reposo en la cama, si es posible

El paciente debe evitar el reposo en la cama como tratamiento del dolor de espalda. Si el dolor obliga a guardarlo, debe ser lo más corto posible. Los estudios realizados demuestran que esta medida retrasa la recuperación.

- Mantenerse tan activo como sea posible

Los expertos señalan que el paciente debe mantener el mayor grado de actividad que le sea posible e intentar normalizarlo tan pronto como pueda.

- Higiene postural: evitar la sobrecarga de la espalda

Durante el episodio doloroso, el paciente debe intentar mantener el ritmo de actividad dentro de la normalidad, pero siempre evitando la sobrecarga de la espalda.

Para conseguirlo conviene conocer y aplicar normas de higiene postural, que describen cómo adoptar posturas y realizar movimientos o esfuerzos, de manera que la espalda soporte la menor carga posible y la musculatura reduzca su trabajo. Eso permite que, si en un momento dado el paciente tiene que hacer un esfuerzo, sepa cómo hacerlo reduciendo el riesgo de sobrepasar sus posibilidades.

- Aplicar calor o frío

Si le alivia, el paciente puede aplicar calor o frío en la zona dolorosa, aunque no se han hecho estudios científicos para evaluar su efecto. En general, el frío se aplica inmediatamente después de la lesión y el calor en la reagudización de las dolencias crónicas.

Aunque el abordaje preferente contempla el ejercicio terapéutico, la educación del paciente y diversas terapias manuales entre otras. Estas técnicas muestran beneficios significativos en cuanto a la reducción del dolor y la mejora de la capacidad funcional del paciente. Cabe destacar de ellas, el ejercicio físico terapéutico como principal herramienta tanto para la prevención como para el tratamiento de la lumbalgia. Principalmente, los ejercicios se basan en estiramientos y fortalecimiento.

Los métodos fisioterápicos más empleados para el control y la reducción del dolor en pacientes con lumbago son: las terapias manuales (masoterapia, estiramientos musculares y maniobras osteopáticas), algunas técnicas de fisioterapia invasiva (punción seca) y la electroterapia, más concretamente termoterapia profunda.

 

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